Cuando estábamos
en la ciudad de Tegucigalpa, mi papá hizo una nueva amistad. Su amigo se llama
Pedro y es mayor de edad. Se conocieron en el parque cuando Pedro llevó a su
nieta y mi papá llevó a mi hermanito. Esa tarde fui a los mercados locales con
mi madre porque ellos tienen muy poca paciencia para las compras. Mientras mi
hermanito jugaba con los niños del parque, Pedro y mi padre conversaban de sus
vidas. Pedro le contó a mi padre que vivía en Santa Lucia pero venia a la
ciudad con su hija para cuidar a su nieta. Pedro se ganaba la vida del fruto de
las tierras de Santa Lucia en donde cultivaba plátanos. Entonces mi padre le contó
a Pedro que desde muy joven él también había trabajado en los campos y
conversaron más sobre la agricultura. Pedro invito a mi papá y a nosotros a Santa Lucia para enseñarnos sus
terrenos y mi papá lo agradeció pero tenía que preguntarle a su familia
primero. Pedro le dijo que regresaría a Santa Lucia en la mañana y si queríamos
ir, nos esperaba en el parque de siempre.
Durante la
cena, mi papá nos contó sobre Pedro y nos convenció. En la mañana mi papá fue a
encontrarse con Pedro y luego los dos fueron por nosotros al hotel. Nos subimos
a su camioneta y llegamos a Santa Lucia como 50 minutos después. Los terrenos
de Pedro eran más pequeños de lo que pensaba pero eran muy bellos. Después
llego la hija de Pedro con su nieta. A mi hermanito le gustaba jugar con ella porque la niña le gustaba
jugar como niño. Corrían por todas partes de los terrenos disfrutando del
ambiente. Estuvimos en Santa Lucia por gran parte del día y nos regresamos con
la hija de Pedro hacia la ciudad. Pedro y su familia fueron muy amables con
nosotros. Nos hicieron sentir muy bienvenidos.
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